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Daniela Lobato Bentivogli, psicóloga especialista en trastornos de la conducta alimentaria y manejo del peso nos compartió cinco recomendaciones para nutrir el amor propio. Te los compartimos deseando que te sean de ayuda.
Muchas veces cuando estamos realmente insatisfechos con alguna parte de nuestro cuerpo, o cuando tenemos una sobrevaloración del peso y figura lo cual significa basar nuestra evaluación personal en términos de peso, figura y la habilidad para controlarlo; recurrimos a ciertos comportamientos de odio a nuestro cuerpo. Al verlo en el espejo, lo único que queremos hacer es borrarlo, modificarlo y pensamos que no importa lo que tengamos que hacer, mientras ese reflejo sea diferente, sea más como “lo establecido”.
¿Qué hacemos entonces?
Buscamos las dietas más restrictivas, pues en nuestra mente es obvio que, a menos calorías y carbohidratos, más rápido podremos bajar de peso. O corremos al gimnasio o a canales en internet para pasar horas del día ejercitándonos para quemar grasa y calorías. O, desafortunadamente, podemos llegar a extremos como vomitar y abusar de laxantes y diuréticos.
Y entonces, cada bocado que ingieres o que no ingieres, así como cada movimiento se vuelven un castigo: estamos actuando por odio, por rechazo.
¿Qué hacer para cambiar ese mindset?
1. Identifica tus valores
Con esto no hablamos de aquellos que nos enseñaron en la escuela, hablamos de lo que valoras en la vida. Piensa en cómo quieres vivir, en cómo quisieras que las personas te recuerden. ¿Quieres que digan que te la viviste matándote de hambre y en el gimnasio? ¿O quisieras que digan otra cosa? A mí me encantaría que dijeran que viví una vida saludable, de balance, donde encontraba el disfrute en mis decisiones, aunque no siempre se sintieran “bien” de momento.
El valor es cómo vas a vivir cada día de tu vida. Si la manera en la que llevas tu alimentación no nutre este amor, esta vibración de satisfacción con tu vivir, entonces algo estás haciendo mal.
2. Céntrate en el proceso en lugar del resultado
Si vives cada día esperando que la báscula indique un número cada vez más bajo, entonces no estás viviendo, estás sobreviviendo, y a merced de un número, un objetivo, un resultado. Aquí entra de nuevo el tener tu valor bien identificado para que puedas centrarte en el camino que quieres recorrer. ¿Qué prefieres? Vivir una vida saludable, de balance y flexibilidad, aunque los resultados se tarden más en llegar pero que los puedas sostener; o vivir una vida de castigos, reglas y rigidez para poder obtener el resultado lo más pronto posible, aunque es probable que no lo puedas sostener y te lleve a problemas mayores.
3. Enfócate al largo plazo, no te pierdas en el corto
Vivimos en el tiempo, tenemos un pasado, un presente y un futuro. Pero con cada segundo que pasa, nuestro presente se va volviendo pasado y estamos caminando hacia el futuro. Las personas tenemos una tendencia a perdernos en los momentos, en el corto plazo. Queremos placer ahorita y evitar todo lo que sea displacentero. Sin embargo, esto muchas veces nos va a traer problemas, porque perdemos de vista ese futuro al cual inevitablemente nos dirigimos. Para vivir una vida de valor, tenemos que mirar al largo plazo, y muchas veces eso implicará que el corto plazo, el momento, no sea placentero, pero al final pregúntate… ¿valió la pena? ¿pudiste alcanzar ese horizonte al que querías llegar? Y te dejo otra reflexión ¿cuándo algo que ha sido importante para ti lo has conseguido fácil, sin complicaciones?.
4. Si tienes un objetivo, ayúdate de un profesional
Si tu meta es comer saludable, bajar de peso, mantenerte, aumentar masa muscular, la que sea. Lo mejor que podemos hacer es acudir con profesionales en el área, si te esfuerzas por encontrar aquellos éticos, es probable que se acomoden a esta vida de balance que te comento.
Si algo te cuesta trabajo, no tienes que luchar sólo, pedir ayuda es una señal de fortaleza, no de debilidad.
5. Reflexiona al final de cada día
No dejes que la vida pase por tus ojos sin que te des cuenta. Antes de irte a dormir, reflexiona qué tanto las acciones que hiciste ese día te acercaron o te alejaron de tu valor. Qué tanto hiciste las cosas por amor o por odio. Cuánta tolerancia y paciencia pusiste en práctica para alcanzar ese mejor futuro que llega con cada segundo.
Si te vas con una sensación de molestia, angustia, vacío, enojo, o alguna otra de estas negativas. Algo no está bien. Si tu alimentación no la puedes sostener y te mantiene sintiéndote bien por dentro y fuera, aunque a veces sea incómodo, entonces hay que cambiar el camino.